Tras la desaparición de los 43 estudiantes normalistas de Ayotzinapa en Guerrero, los pormenores de cómo se manejaba la alcaldía de Iguala comenzaron a descubrirse, entre ellos el exceso y derroche que José Luis Abarca y su esposa María de los Ángeles Pineda gozaban a expensas de las arcas municipales.
Pero no solo eso, resultó que no era precisamente el alcalde quien tenía el control de la zona, sino por el contrario la principal operadora de la organización delictiva Guerreros Unidos era nada más y nada menos que su esposa.
La captura de quienes han sido señalados como los principales responsables de la desaparición de los estudiantes, se dio precisamente en una delegación en el Estado de México, considerada como “nido del Partido de la Revolución Democrática (PRD) y Morena” (es decir, mayor número de militantes), aunque estos partidos han insistido en eliminar vínculos con los ex prófugos de la justicia.
Ambos ex funcionarios fueron capturados en condiciones precarias, en una cuartería donde nadie sabe cuando llegaron ni a que se dedicaban, lejos de la servidumbre y los lujos que acostumbraban en Iguala.
Al parecer José Luis y María de los Ángeles compartían cuarto pero no con otros humanos sino con ocho perros, por lo que las autoridades han señalado que alguien debió ayudarlos a esconderse en el lugar pues la habitación no estaba acondicionada para uso domestico.
“El pitazo” de donde se encontraban escondidos provino de dos vecinos que reconocieron a la pareja y llamaron anónimamente a las autoridades para aportar su ayuda para localizarlos.
Cuando la policía irrumpió en el lugar, el ex alcalde y su esposa estaban despiertos, se dieron cuenta que estaban acorralados. A las 4:00 de la mañana entraron a las instalaciones de la SEIDO donde permanecen declarando.