Para muchos científicos, sus hallazgos son casi como un hijo, por lo que suelen dedicar bastante tiempo para elegir la mejor forma de llamarlo, sobre todo, si hay colectivos que puedan verse ofendidos. Y esta última es precisamente la razón por la que la NASA ha decidido cambiar algunos apodos de objetos espaciales descubiertos por sus científicos.
De momento han anunciado que dos galaxias y una nebulosa dejarán atrás sus nombres populares, para llamarse desde ahora con su denominación técnica. No obstante, esto podría aplicarse a otros objetos astronómicos.
Por lo general, el nombre técnico de los objetos espaciales está compuesto por un código de letras y números.
Los apodos de objetos espaciales pueden variar, hasta que finalmente se les da uno por convenio. No obstante, puede que con el paso de los años esa nomenclatura acordada suponga una ofensa por motivos muy variados. Hoy en día, en todos los ámbitos se presta más atención a los nombres que puedan ofender a ciertos colectivos.
El primero es la Nebulosa Esquimal; que, al menos hasta que reciba otra denominación popular, pasará a llamarse por su nombre técnico: NGC 2392. Se ha decidido así para no ofender con ello a las poblaciones indígenas del Ártico. Si bien hoy en día el término “esquimal” está muy interiorizado y no se considera algo despectivo, sí que es posible que lo fuera en sus albores. Hay varias teorías sobre el origen del término. No obstante, tradicionalmente se considera que fue un mal uso intencionado de una palabra aborigen americana Abenaki que significa “comedores de carne cruda”. Al parecer, en un principio los angloparlantes la usaron como crítica racista para referirse a estas poblaciones, de ahí que se haya optado por cambiarla.
Los otros dos objetos que dicen adiós a sus apodos son NGC 4567 y NGC 4568, conocidos como galaxias de los gemelos siameses. Hoy en día con esto se hace referencia a los hermanos gemelos que nacen unidos por alguna parte de su cuerpo. Es un término que además explica muy bien por qué fueron nombradas así estas galaxias. Sin embargo, el término original procede del apodo que recibieron Eng y Chang Bunker, dos hermanos procedentes de Siam (la actual Tailandia), que en 1829 llegaron a Estados Unidos, donde se les exhibió como una curiosidad.
En esta ocasión la NASA ha cambiado los apodos de objetos espaciales hallados hace muchos años. No obstante, recientemente hicieron lo propio con otro cuyo descubrimiento era mucho más nuevo.
Es el caso del objeto más lejano que jamás ha visitado el ser humano. El logro fue llevado a cabo en enero de 2019, por la sonda New Horizons, mientras sobrevolaba el cinturón de Kuiper. El objeto en cuestión había sido bautizado inicialmente como 2014 MU69. No obstante, pronto recibió su primer apodo: Ultima Thule.
El nombre, decidido mediante votación popular, se correspondía con una tierra mítica del norte, procedente de la literatura medieval europea. En ella se describía como un lugar más allá de las fronteras de lo conocido, de ahí que fuera idóneo para este objeto. Sin embargo, muchos siglos después de que se concibiera como un enclave literario, algunos grupos de extrema derecha comenzaron a utilizarlo para referirse al lugar idílico en el que vivían los ancestros del pueblo ario. Nació así la sociedad Thule, vinculada directamente con el nazismo.
No hay que ahondar mucho en la historia para saber por qué este podía concebirse como un nombre inapropiado. Por eso, se decidió dar un giro completo y cambiar el apodo a Arrokoth, que significa “cielo” en el idioma Powhatan de los nativos americanos. Podría pensarse que de nuevo se está ofendiendo a un colectivo con ello, pero en este caso ocurría todo lo contrario, pues varios miembros de este pueblo dieron su “visto bueno” para que se utilizara el término en su idioma.
Probablemente volveremos a hablar de estos cambios en los próximos años. Hay quien considera estos cambios correctos y quien los ve como innecesarios, por proceder de una época en la que la concepción de lo apropiado era muy diferente. En cuanto a los apodos de objetos espaciales, si la NASA ha considerado que alguien podía ofenderse con ellos, la decisión de cambiarlos es digna de aplaudir. Aunque pueda parecer extrema.