El sudafricano James Taylos surfeaba en la playa de Melkbosstrand, cuando se encontró con un calamar gigante. Claro que en vez de dejarlo seguir su camino, lo amarró a la tabla e intentó llevárselo.
Pero el calamar no estaba todavía muerto ni había perdido todas sus fuerzas, así que lo enreda y lo arrastra al mar.
El animal finalmente murió.
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