En las universidades mexicanas se pone poca atención a la ciencia y se le dedican nulos esfuerzos al desarrollo de tecnologías. “Hay que cambiar de método en las ciencias básicas, por otro de mayores aplicaciones que nos permitan avanzar hacia un mayor desarrollo de la investigación” asegura el Conacyt (Consejo Nacional de Ciencia y Tecnología). Esto nos lleva a confirmar que tenemos un enorme rezago comparados con los avances que a nivel mundial se tienen en estos rubros.
Debemos hacer cosas distintas y tener más aprecio como país por la ciencia y la tecnología” afirma el propio consejo (Conacyt), al hacer un recuento de los avances en éstos importantes rubros, mencionando como ejemplo las becas que se otorgan; cerca de 130 mil becarios han sido apoyados por el organismo, la mayoría de ellos buscando lograr el grado de doctor.
Uno de los retos más importantes, es ubicar los procesos educativos en la ciencia y el desarrollo de tecnologías y resaltarlo dentro del debate nacional como uno de los mejores caminos para incidir en el bienestar de las personas.
En materia de desarrollo tecnológico y competitividad existe una desventaja con respecto a otras naciones, quienes han tomado atajos para avanzar más aceleradamente que nuestro país, en donde todavía nos estamos preguntando si es conveniente invertir en ciencia y tecnología, cuando países como la India han avanzado en los últimos 10 años hasta lograr un valor, en la industria de las tecnologías de la información, del orden de los 47 billones de dólares.
México debe aprender a tener mayor competitividad, ya que el rezago es enorme y se trata de relacionar ahora estos importantes campos del desarrollo con las industrias, las empresas, los servicios y no solo con la comunidad académica.
Cuando nos referimos a privilegiar el aprendizaje de las ciencias básicas, estamos hablando de volver a trabajar en las aulas y los laboratorios asuntos tan importantes como el análisis lógico-matemático, la biología, aprender química, la predominancia de la física como sustento de la ciencia natural y muchos otros etcéteras que se nos han quedado en el camino y que son fundamento del pensamiento científico.
No hay que confundir la presencia entre nosotros de dispositivos del desarrollo tecnológico, las computadoras, el avión, las tablets, los celulares, etcétera, con el verdadero cambio que resultaría la incorporación del espíritu de la ciencia en todos los niveles de nuestra actividad humana.
Del 2000 a 2007 México no logró superar la barrera de 0.44 % del PIB destinado al gasto por concepto de ciencia y tecnología, en contraste con naciones como Japón que destina 3.0% de su PIB al desarrollo científico, en tanto que Estados Unidos mantiene un 2.7% y los países de la Unión Europea un promedio de 1.9%, por lo que América Latina y el Caribe, junto a Oceanía y África ocupan los últimos lugares en el gasto destinado a ciencia y tecnología (Cynthia Villagómez Oviedo, 2015). La situación a 2017 no ha cambiado mucho.