Choques eléctricos, golpes con tablas de madera y quemaduras con cigarros forman parte de la larga lista de agresiones que sufrían los 271 internos del albergue mexicano Despertar Espiritual, incluidos 112 menores.
El centro de rehabilitación para personas con adicciones, ubicado en el estado de Jalisco, fue intervenido el martes por las autoridades tras la denuncia de una persona que intentó sacar del lugar a un familiar que había sido internado contra su voluntad.
Una de las 111 mujeres rescatadas del lugar, quien pidió el anonimato, cuenta que allí recibía “servicios” (castigos), tales como permanecer sentada varias horas en una silla, o “terapias destructivas”, que consistían en soportar groserías de quienes las cuidaban y que eran conocidas como “madrinas”.
Unas horas antes de que la Fiscalía de Jalisco llegara al centro, ejemplifica, había recibido golpes en la cabeza y codazos como castigo a una conversación que sostuvo con una vecina de su barrio también interna, algo que estaba prohibido para las que tenían poco de haber llegado.
Si comentaban con alguien, los malos tratos que recibían, o intentaban escapar, “los padrinos” golpeaban a hombres y mujeres por igual, les quitaban el derecho a comer y hasta los amenazaban con armas, detalla.
El fiscal de Jalisco, Eduardo Almaguer, dijo el martes que no se encontraron armas ni drogas en el centro ubicado en el municipio de Tonalá, pero sí “aparatos para torturar”; calificó de “infrahumanas” las condiciones del lugar y señaló que se investiga si hubo abusos sexuales contra cinco menores.
Once internos contaban con órdenes de aprehensión por narcotráfico, robo y lesiones. El centro de rehabilitación, ubicado en una colonia popular y de escasos recursos, era un “escondite de criminales”, sostiene Almaguer.