La contaminación del aire en México causa la muerte de unas 20.000 personas cada año, así como la acentuación de enfermedades relacionadas como el asma, especialmente en zonas urbanas como la Ciudad de México, uno de las principales megalópolis del mundo.
El Informe Nacional de Calidad del Aire en México del 2013 estimó que la contaminación del aire en México dejó cerca de 20.500 muertes en 2010, siendo las enfermedades pulmonares obstructivas crónicas (EPOC) la octava causa de deceso, según datos del Instituto Nacional de Estadística y Geografía (Inegi).
Además, entre un 10 % y un 20 % de las muertes por problemas respiratorios y cáncer se relacionan directamente con la contaminación del aire, dijo a Efe el subdirector Médico del Instituto Nacional de Enfermedades Respiratorias (INER), Justino Regalado.
En México los habitantes de grandes urbes como su capital, que junto a su zona conurbada supera los 20 millones de personas, se exponen a diario a múltiples partículas tóxicas suspendidas en el aire como el ozono, el dióxido de azufre, el dióxido de armonio u otros óxidos de nitrógeno.
Principalmente, provienen de la quema de combustibles fósiles, en su mayor parte de los vehículos, que “en su contenido tienen también algunos metales y azufres”, de emisiones industriales e incluso de partículas del suelo como aluminios y silicatos, explicó el investigador del Centro de Ciencias de la Atmósfera de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM) Gerardo Ruiz.
Además de la agudización de graves enfermedades respiratorias como las EPOC y el desarrollo de tumores relacionados, la exposición directa a estos elementos genera desde inflamación de mucosas y de vías respiratorias a picazón de ojos, y algunas partículas tienen “un efecto cardiovascular notable”, subrayó Regalado.
Un alza de dichas sustancias en la atmósfera se relaciona directamente con la incidencia de ataques de asma, de faringitis o rinitis, destacó el experto.
Las cifras son preocupantes, pero no todas las áreas urbanas enfrentan el desafío con igual contundencia.
Según el especialista de la UNAM, a pesar de los avances en esta materia, la “autoridad falla a largo plazo” y el país “debe reconocer este serio problema”.