El planeta Tattonie se queda corto, astrónomos han descubierto el segundo caso conocido de un planeta en un sistema de cuatro estrellas. El planeta ya se conocía, pero se pensaba que solo tenía tres estrellas en su vecindario.
Investigadores del Observatorio Palomar en San Diego, California, Estados Unidos, encontraron a 136 años luz de distancia de la Tierra, en la constelación de Aries, un gigantesco planeta extrasolar que pertenece a un sistema con cuatro estrellas, el segundo de este tipo que se conoce. Si uno pudiera visitar ese lejano mundo vería que en su cielo brillan cuatro pequeños soles y otras dos estrellas tan luminosas que incluso podrían observarse a la luz del día.
El descubrimiento fue posible gracias a dos nuevas tecnologías de adaptación óptica que compensan los efectos borrosos de la atmósfera de la Tierra: el sistema robótico de óptica adaptativa Robo-AO, desarrollado por el Instituto de Astronomía de Manoa en la Universidad de Hawái, y el sistema de óptica adaptativa extrema PALM 3000, desarrollado por un equipo de Caltech y el Laboratorio de Propulsión a Chorro de la NASA (JPL).
El nuevo planeta gaseoso es enorme, tiene 10 veces la masa de Júpiter y orbita a su estrella primaria cada 335 días. El nuevo estudio, publicado en la revista Astronomical Journal, eleva el número de estrellas conocidas en el sistema, llamado 30 Ari, de tres a cuatro. El hallazgo sugiere que los planetas en sistemas estelares cuádruples podrían ser menos raros de lo que se pensaba.
“Alrededor de un 4% de las estrellas de tipo solar se encuentran en sistemas cuádruples, lo que ha aumentado a partir de estimaciones previas, porque las técnicas de observación están mejorando constantemente”, afirma Andrei Tokovinin, del Observatorio Interamericano de Cerro Tololo en Chile y coautor del estudio.
La cuarta estrella recién descubierta, cuya distancia al planeta es 23 veces la que existe entre el Sol y la Tierra, no parece haber afectado a la órbita del planeta. La razón exacta es incierta, por lo que el equipo está planeando nuevas observaciones para comprender mejor la órbita de esa estrella y sus complicadas dinámicas familiares.
Si fuera posible ver el cielo de este mundo, las cuatro estrellas se verían como pequeños soles y otras dos estrellas, muy brillantes, serían visibles a la luz del día. Si pudiéramos utilizar un telescopio suficientemente grande, nos daríamos cuenta de que una de esas estrellas brillantes es en realidad un sistema binario de dos astros que orbital entre sí.