La cuaresma inició con un miércoles de ceniza totalmente diferente ante la pandemia, algunas iglesia optaron por esparcir en la cabeza el polvo que queda tras quemar las palmas del domingo de ramos del año pasado como estrategia para evitar tener contacto físico con los feligreses, y en otras se regalaba o vendía la ceniza acompañada de una oración para que cada familia hiciera por su cuenta el ritual de la imposición en la frente.
Las iglesias lucieron semivacías con el aforo mínimo, procurando guardar la sana distancia entre una banca y se celebró un mayor número de misas debido al reducido número de asistentes que se permitió.
En algunos casos si se colocó la cruz con precaución y medidas de higiene y cada hora el sacerdote salía a imponerla a quienes estuvieran haciendo fila, y es que cada iglesia buscó la manera de no dejar pasar esta importa te tradición bajo los cuidados necesarios evitando riesgos de contagios de COVID-19.
Según la fe cristiana, el miércoles de ceniza es un día de suma importancia debido a que representa el inicio de los cuarenta días en los que la iglesia llama a los fieles a la conversión y arrepentimiento para vivir la pasión, muerte y resurrección de Cristo en la Semana Santa.