Miles de fieles católicos se dieron cita en la Plaza San Pedro para participar en la entronización del Papa Francisco, quien inauguró su papado con una celebración eucarística, en un rito simplificado que alimentó las esperanzas de cambio en una Iglesia Católica plagada de escándalos.
El Papa recorrió la Plaza San Pedro en un jeep blanco abierto, abandonando el Papamóvil a prueba de balas usado frecuentemente por Benedicto XVI.
En varias ocasiones, se detuvo para saludar a algunas de las cientos de miles de personas reunidas en la plaza, besando niños y saliendo del auto en un momento para bendecir a una persona discapacitada.
Francisco utilizó una sotana blanca y zapatos negros, en contraste con los lujosos atuendos que atrajeron la atención con su antecesor.
Cabe destacar que la misa instala formalmente a Francisco como el nuevo líder de los mil 200 millones de católicos.
Entre los invitados, se encontraban seis soberanos, el vicepresidente estadounidense Joe Biden, la presidenta argentina Cristina Fernández, así como líderes de otras religiones.
Además asistió el patriarca ecuménico Bartolomé de Estambul, marcando la primera vez que el líder de los cristianos ortodoxos asiste a la misa inaugural de un Papa en Roma desde el cisma entre el cristianismo occidental y oriental en 1054.
En los seis días anteriores a su elección, se refirió a sí mismo sólo como obispo de Roma, la posición de la que parte su autoridad, e insinuó planes para reducir el centralismo del Vaticano y gobernar consultando con otros obispos.