La sospecha de un posible vínculo de casos de microcefalia con el zika ha llevado a los gobiernos de todo el mundo a extremar las medidas de prevención, debido a que el virus sigue propagándose y ya está presente en 22 países americanos y cinco europeos, además de su presencia con casos esporádicos en África y Asia.
El virus del zika es transmitido por el mosquito Aedes aegypti, que también contagia el dengue y la chikunguña.
Desde noviembre el virus se ha extendido rápidamente por Europa.
La sanidad británica subrayó en un comunicado que el virus “no se encuentra de forma natural” en las islas británicas y que “no se contagia directamente de persona a persona”.
“Un número reducido de casos se han producido a través de transmisión sexual o a partir de la transmisión entre la madre y el feto, a través de la placenta”, puntualizó el PHE.
El zika, que recibe su nombre por el bosque homónimo de Uganda en el que se aisló por primera vez el virus en 1947, causa una enfermedad que se caracteriza por un brote de erupciones en la piel que puede ir acompañado de fiebre, artritis o artralgia, conjuntivitis, dolores musculares o dolor de cabeza.
Si bien los síntomas directos de la enfermedad pueden ser leves, como dolores en las articulaciones y sarpullidos, el virus parece estar vinculado con el nacimiento de bebés con deformidades encefálicas.
Hasta el momento no existe una vacuna contra el zika, por lo que la única forma de protegerse es evitar las picaduras del mosquito Aedes aegypti.