Corría el año 1984 y la gente esperaba ansiosa que se retomara la final de aquella Super Bowl XVIII, sin embargo, durante el tiempo muerto del tercer cuarto una enorme pantalla comenzó a mostrar el que más tarde sería considerado como uno de los mejores anuncios de todos los tiempos. La ambientación y la música ponían de manifiesto que Ridley Scott había conseguido ambientar perfectamente el mundo que George Orwell describió en su novela 1984.
El anuncio no solo era espectacular a nivel visual, sino que era toda una declaración de intenciones por parte de Apple que quería transmitir una identidad y una forma de pensar muy concreta. Querían mostrar al mundo que el Macintosh no era un ordenador corriente, sino el primero diseñado por y para personas. Suponía el inicio del ordenador personal y el declive del malvado Gran Hermano (IBM).