El encuentro Brasil-Holanda podría haber sido una bonita final, pero no será más que el partido por el tercer puesto. Estará imbuido de una tristeza particular por las circunstancias de la eliminación de ambos países en la ronda de semifinales, en el mundial que estaba hecho para el lucimiento de los anfitriones.
Primer proveedor de jugadores de talento en todo el mundo, campeón histórico de la Copa Mundial de la FIFA con cinco títulos, y ávido de vengar el Maracanazo de 1950, Brasil ha sufrido un desfallecimiento sin precedentes, un colapso increíble y un marcador humillantes de 1-7 contra Alemania.
¿Qué pasó con los artistas que han hecho soñar al planeta fútbol desde siempre? Ha bastado que Neymar, el supuesto heredero de Pelé, Zico, Romario, Rivaldo y Ronaldo, haya quedado fuera de combate por lesión para que todo el país se ponga a cojear. El capitán, Thiago Silva, de regreso tras su partido de sanción, no quiere despedirse con una derrota. Se ha propuesto devolver el color a los pálidos rostros de sus compatriotas conduciendo a la “Seleção” hasta el tercer escalón del podio. Un mínimo consuelo.
Los muchachos de Louis van Gaal, que llegaron de puntillas al campeonato, dieron una sonora campanada en su estreno contra España (5-1). La generación de Arjen Robben, Robin van Persie, Wesley Sneijder, Dirk Kuyt y Nigel de Jong, que abordaba su último Mundial, ansiaba levantar por fin el trofeo tras tres finales perdidas. Su deseo se ha vuelto a frustrar.
La Naranja Mecánica, incapaz de marcar contra Costa Rica y luego contra Argentina, se quedó sin fuelle al final. Pero su estratega, Louis van Gaal, antes de marcharse al Manchester United, cederá su puesto de comandante de la Oranje a Guus Hiddink con la satisfacción del deber cumplido. Tras la debacle en la Eurocopa de la UEFA 2012 (eliminación en primera ronda después de perder los tres partidos), ha reconstruido un equipo que sigue invicto hasta la fecha, dado que una derrota en la tanda de penales se contabiliza como un empate en el palmarés. Una medalla de bronce después de la de plata en 2010 curaría muchas heridas.
La agenda del sábado 12 de julio: Brasil – Países Bajos, Estadio Nacional, Brasilia, 17:00, hora local
¿Sabías que…? Por el podio. Brasil ha disputado la final de consolación en tres ocasiones. La Seleçao batió a Suecia (4-2) en 1938 y a Italia (2-1) en 1978, pero sucumbió ante Polonia en 1974. Los Países Bajos, por su parte, que disputarán el 50º partido mundialista de su historia, jamás se han subido al tercer escalón del podio, pues perdieron contra Croacia (1-2) en 1998.
Realce de guardametas. Los delanteros holandeses están sacando la versión más favorecedora de los porteros contrarios en esta Copa Mundial. En efecto, en sus tres últimos enfrentamientos, el cancerbero del equipo rival ha sido elegido “hombre del partido”. Ha sido el caso de Guillermo Ochoa (México), Keylor Navas (Costa Rica) y Sergio Romero (Argentina). Sirva este dato para dar ánimos a Julio César.
Fin de serie. Brasil no había perdido en casa en un partido de competición oficial desde su derrota ante Perú (1-3) el 30 de septiembre de 1975 en la Copa América. Es decir, desde hace 64 partidos. Ninguno de los 23 jugadores brasileños seleccionados por Luiz Felipe Scolari había nacido entonces. Curiosamente esa caída se escenificó en el estadio Mineirão de Belo Horizonte, el mismo de la reciente desbandada contra Alemania.
Pozzo sin par. Vittorio Pozzo, tras la abdicación de la Canarinha de Luiz Felipe Scolari, conservará otros cuatro años más por lo menos la gloria de ser el único seleccionador que ha ganado dos Copas Mundiales de la FIFA, con Italia en 1934 y 1938. El brasileño Mario Zagalo logró esa hazaña en 1970 y 1994, pero en ese último campeonato lo hizo como asistente de Carlos Alberto Parreira, precisamente el adjunto de Luiz Felipe Scolari en el campeonato que ahora termina.
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Holanda están naturalmente decepcionados de haber vuelto a tropezar por el camino, esta vez en el penúltimo escalón. Pero como corresponde a los numerosos jugadores jóvenes que componen la delegación, prefieren ver el vaso medio lleno y pensar en el futuro con la tranquilidad de conciencia de haberlo dado todo, como ellos mismos han explicado.
Para las (pocas) personas que no pudieron asistir al duelo ya legendario entre Alemania y Brasil (7-1), los comentarios de los jugadores y dirigentes aún noqueados. “Seis minutos de pesadilla para hacer añicos un sueño”, sentenció uno. Ni siquiera el mejor autor de ciencia ficción habría podido imaginar un escenario parecido.
Un día como hoy… El 12 de julio de 1998, en la final de la Copa Mundial en el Stade de France de París, Brasil sufrió la mayor derrota de su historia mundialista hasta entonces al claudicar ante Francia por 3-0. Sin embargo, aquella Seleção estaba conformada por un elenco que haría soñar a muchos entrenadores brasileños de hoy: Cláudio Taffarel, Roberto Carlos, Rivaldo, Ronaldo, Bebeto… La Canarinha ya había dado muestras de flaqueza en semifinales, al superar con lo justo a los Países Bajos en la tanda de penales (1-1, 4-2 PEN.).
