Aunque muchas organizaciones pro animales se han pronunciado en contra de la matanza de delfines en Japón, lo cierto es que esta práctica anual continúa, en medio de enfrentamientos entre quienes se pronuncian a favor de sus tradiciones y ambientalistas.
Según las tradiciones del continente asiático, la matanza ocurre en Taiji, Wakayama, donde de septiembre hasta marzo, cada año, se matan a cerca de mil delfines.
Aunque la mayoría mata a estos animales por el consumo y venta de su carne, la crueldad no solo radica en la forma en que son asesinados, sino también en la captura de otros ejemplares más los cuales son vendidos a diferentes acuarios alrededor del mundo.
Mientras ambientalistas luchan por los derechos de éstos animales, los habitantes de Wakayama ven a los delfines y a las ballenas como una fuente legítima de recursos marinos, la cual permite a la comunidad sobrevivir económicamente. Los delfines no mueren al instante pues por tradición sol golpeados en la espina dorsal hasta que pierden el conocimiento, por lo regular mueren debido a las hemorragias internas.