No cabe duda que los principales partidos políticos de México atraviesan por una difícil crisis por diferentes razones, pues mientras que el PRI y el PRD no hallan esquina con el caso Ayotzinapa, en el PAN ya van tres líderes asesinados en menos de dos meses.
El homicidio más reciente fue el pasado jueves cuando Abel Licea Ortega, presidente del PAN en Jilotlán de los Dolores, Jalisco, fue ejecutado cerca de la presidencia municipal de Ciudad Guzmán, almenos 40 casquillos de arma de fuego quedaron dispersos en la calle como evidencia de los ocurrido.
Anterior a este caso, a finales de septiembre, Braulio Zaragoza Maganda Villalba, secretario general de Acción Nacional en Guerrero, fue asesinado en el puerto de Acapulco y el 3 de agosto, el ex alcalde panista del municipio jalisciense Ayutla, Manuel Gómez Torres, fue ejecutado en la colonia El Rayo de la localidad.
En este sentido, ha sido el propio presidente del PAN, Ricardo Anaya Cortés, quien ha condenado los hechos y exigido a las autoridades el castigo de los responsables de los asesinatos de sus compañeros. “Los niveles de violencia y descomposición institucional que se viven en muchos lugares de México son alarmantes”, dijo.