Cerca de 700 mujeres y menores fueron rescatadas la pasada semana de los insurgentes que las tenían retenidas en el bosque de Sambisa, uno de sus feudos.
Las cautivas del grupo islamista Boko Haram, prisioneras durante meses en el norte de Nigeria, han comenzado a relatar el sufrimiento, el hambre y las amenazas que pasaron y al que estuvieron sometidas.
Las autoridades dijeron haber trasladado a un campo de desplazados a 275 mujeres y niños en la capital del estado de Adamawa, Yola.
Traumatizadas y algunas víctimas de la desnutrición, las exrehenes quedaron en manos de la Agencia Nacional de Gestión de Emergencias (NEMA), que las asiste con apoyo psicológico y trabaja para facilitar su reinserción social.
Según Sa’ad Bello, coordinador de la NEMA en el estado de Adamawa, muchas mujeres padecen depresión profunda.
En el campamento, se les proporcionaron alimentos, mantas, mosquiteras, jabón y detergente y se sometió a las mujeres a exámenes médicos para determinar si tienen enfermedades de transmisión sexual, señaló Manzo Ezekiel, otro portavoz de la NEMA.