“Cuando intentaba maniobrar para alejarse de la línea de fuego, el sargento Peralta recibió un disparo y cayó herido de muerte. Tras el tiroteo inicial, los insurgentes se retiraron, lanzando una granada de fragmentación mientras huían del edificio. La granada cayó cerca de la cabeza del sargento Peralta. Sin dudarlo y con completa indiferencia sobre su seguridad personal, el sargento Peralta extendió la mano y pegó la granada a su cuerpo, absorbiendo el grueso de la explosión y protegiendo a los compañeros marines que estaban apenas a unos metros de distancia”.
Con estas palabras la Marina de Estados Unidos distinguió de forma póstuma con la Cruz de la Armada al marino de origen mexicano Rafael Peralta, que murió en Irak en 2004 en acto de servicio.
La máxima condecoración de las Fuerzas Armadas de Estados Unidos, después de años de apelaciones de su familia en las que pedían al Pentágono que aceptara la solicitud de los Marines de que se le concedieran la máxima distinción por fin llegó.
La familia del sargento Rafael Peralta aceptó el segundo galardón más destacado en una ceremonia en Camp Pendleton, al norte de San Diego.
Rafael falleció por cubrir una granada el 15 de noviembre de 2004 en Faluya, protegiendo a sus tropas de la explosión.
El Departamento de Defensa había determinado que Peralta no estaba consciente cuando cubrió la granada con su cuerpo.
El representante republicano por California Duncan Hunter, un veterano de los marines que sirvió en Irak, lideró la lucha en el Congreso para que se reconocieran las acciones de Peralta con una Medalla de Honor.