El Gobierno de Enrique Peña Nieto se encuentra contra las cuerdas de cara a 2016, pues el oro negro, la mezcla mexicana ha caído un 15.7 por ciento en el último mes hasta los 46.97 dólares mientras que la producción de petróleo apenas ha alcanzado los 2.26 millones de barriles diarios, un promedio que se aleja de los 2.4 millones previstos para 2015.
Para el próximo año el panorama no se ve mejor ya que México no prevé una mejora sustancial de la producción ni parece que los precios del crudo vayan a superar los 60 dólares ante la desaceleración de China, el acuerdo con Irán, que liberará un millón de barriles diarios al mercado, y la intención de la OPEP de mantener la producción en los niveles actuales.
El petróleo barato golpea directamente a la capacidad de gasto del Gobierno de México ya que la materia prima aporta el 30 por ciento del presupuesto público y supone casi el seis por ciento del Producto Interno Bruto del país azteca.
El Ejecutivo de Peña Nieto blindó los ingresos petroleros, que superarán el billón de pesos, con una cobertura que fijaba el precio mínimo del barril en 76.4 dólares. La Secretaría de Hacienda está renegociando el programa de coberturas petroleras para el año que viene en 48 dólares por barril, por el que pagará unos mil 200 millones de dólares, lo que significa que el Estado ingresará entre 88 mil 600 y 101 mil 200 millones de pesos menos en 2016 sólo en exportaciones.
Es por eso que el director corporativo de Finanzas de Pemex, Mario Alberto Beauregardya, ya ha puesto sobre la mesa la necesidad de realizar un ajuste adicional en la empresa estatal petrolera que ha perdido 84 mil 572 millones de pesos por la caída de los precios y la menor producción, y ya se están empezando a escuchar voces que hablan de profundizar el ajuste en el gasto público llegando incluso a tocar Sanidad (Videgaray ha asegurado en más de una ocasión que no se tocará el gasto en Infraestructura).
Y para incrementar los males de México la primera de fase de la Ronda Uno estuvo por debajo de las expectativas del Ejecutivo (sólo se adjudicaron dos pozos de catorce) ante los bajos precios del petróleo y la características de la licitación que incluía exploración y explotación.
La perspectivas de que se repitiera la misma historia en la fase cuatro de la Ronda Uno (aguas profundas) ha llevado a la Secretaría de Energía a retrasar la licitación y revisar las condiciones para hacerla más atractiva al sector privado.