Brasil enfrenta desde ayer bloqueos en importantes carreteras de doce de sus 27 estados por la huelga contra los altos impuestos y los elevados costos de los combustibles con la que un grupo de camioneros independientes promete “paralizar” el país por tiempo indeterminado.
La Presidencia brasileña, en un primer pronunciamiento sobre la paralización, afirmó que el movimiento es puntual en algunas regiones y que sus organizadores, con “aspiraciones políticas”, tan sólo tienen como objetivo provocar un “desgaste del gobierno”.
La situación más grave se registra en las carreteras de los tres estados del sur de Brasil, donde los camioneros sólo permiten el paso de vehículos con cargas perecederas, en tanto que en los otros tan sólo estacionaron sus vehículos en una de las pistas, por lo que el tránsito era posible pese a los grandes embotellamientos.
Y es que además de la grave crisis económica, con el país en recesión y la inflación en su mayor nivel en trece años, Brasil afronta una crisis política por divergencias entre el Gobierno y los partidos que lo sustentan, los reducidos índices de popularidad de la presidenta Dilma Rousseff, amenazada con un juicio de destitución, y el gigantesco escándalo de corrupción en la estatal Petrobras.
Los huelguistas aseguran que el país puede vivir un caos como el de junio de 2013, cuando los camioneros bloquearon importantes carreteras en varios estados y llegaron a poner en riesgo el abastecimiento de alimentos en algunas ciudades.