Cunha cavó su fosa poniendo en práctica lo peor de la política: el uso de sus prerrogativas como legislador y presidente de Diputados, para ejercer el poder en beneficio propio y perjudicar enemigos.
El presidente de la Cámara de Diputados de Brasil, Eduardo Cunha, fue suspendido hoy de su cargo por un juez de la Corte Suprema.
Fue el 1 de febrero de 2015, un mes después de que Rousseff asumiera su segundo mandato, que Cunha alcanzó el más alto cargo de su carrera: la presidencia de la Cámara Baja.
Desde entonces, se inició entre el Ejecutivo y el Legislativo una cruenta batalla que condenó a los titulares de ambos poderes a una agonía política que puede resultar en la destitución de ambos.
Rousseff aguarda un casi probable fallo del Senado en su contra para ser suspendida primero y destituida después, y Cunha una resolución del pleno de la Corte Suprema que también probablemente ratificará la decisión del juez Teori Zavaski de suspenderlo de sus funciones.
La principal víctima de esa batalla, en tanto, es el país, sumido en una grave inestabilidad política y hundido en la peor recesión económica del último cuarto de siglo.