El nobel de la Paz chino, el renombrado intelectual y disidente Liu Xiaobo, agoniza en la cama de un hospital bajo fuertes medidas de seguridad, mientras la propaganda oficial trata de minimizar el caso y contrarrestar las crecientes críticas internacionales.
El centro hospitalario donde Liu está ingresado comunicó que el disidente se encuentra “en estado crítico”, tras haber sufrido un fallo respiratorio después de que ayer ya se informara de que padecía un fallo multiorgánico a causa del cáncer hepático en fase terminal que le diagnosticaron.
“El hospital está intentando salvar su vida por todos los medios”, precisa el último y breve parte médico publicado. Los doctores chinos consideran que Liu necesita ventilación mecánica pero, según la versión oficial, la familia se ha negado a intubarle.
De momento, es extremadamente difícil confirmar la versión de las autoridades, pues el reducido grupo de familiares que acompaña al disidente en el hospital -entre ellos, su esposa Liu Xia- está estrictamente controlado por las fuerzas de seguridad.
Ye Du, un amigo de la familia, y otros allegados siguen de cerca la única fuente de información sobre el estado de salud de Liu mientras continúan reclamando a las autoridades que liberen al nobel para que pueda cumplir su último deseo: buscar ayuda médica en el extranjero y, en el caso de morir, hacerlo en un país libre.
El pasado fin de semana, el médico alemán Markus Büchler y el estadounidense Joseph M. Herman pudieron ver al nobel en el hospital y contradijeron la versión del Ejecutivo al concluir que Liu puede viajar al extranjero, pero los medios chinos se centraron en algunas imágenes de su visita filtradas en las que los especialistas alababan la tarea de los facultativos chinos.
Diplomáticos occidentales siguen en contacto con el Gobierno chino para cumplir con la voluntad del nobel de la Paz, que quiere tratarse fuera de China, confirmaron fuentes cercanas a las conversaciones, al mismo tiempo que se incrementan las peticiones a nivel público.
De momento, el régimen no parece responder. En la rueda de prensa diaria del Ministerio de Exteriores, la única en la que se permiten preguntas de forma abierta todos los días, el encargado de atender a los medios se limita a repetir la misma frase.