El tifón “Phanfone” golpeó a Filipinas con vientos de hasta 200 kilómetros por hora, destruyendo varias viviendas, que dejó atrapados a cientos de turistas y que ya causó al menos 17 muertes.
Las víctimas son oriundas de aldeas y pueblos en las islas Bisayas, en el tercio central del país. Entre ellas hay un niño de 13 años y un hombre de 38, electrocutados en dos incidentes separados, y un hombre de 27 años alcanzado por la caída de un árbol y hay once personas desaparecidas.
La tormenta también afectó importantes destinos turísticos, como Boracay y Coron, famosas por sus playas de arena blanca. Cientos de turistas se encontraban atrapados y aislados el día de Navidad ante la falta de luz por el derribo del cableado eléctrico.
El jefe de la Policía Jonathan Pablito explicó que los servicios de ferry entre Boracay y Aklan -la principal vía para trasladarse entre ambas islas- seguían suspendidos: “No tenemos información de la guardia costera sobre si los barcos tienen permitido zarpar. Desde el día 24 todos los que iban o volvían de la isla no pueden cruzar”.