En Italia, los bares, restaurantes, cines, museos y salas de conciertos se preparan a abrir sus puertas a partir, mientras el gobierno presenta su colosal plan para reactivar la economía tras la pandemia financiado por la Unión Europea.
Después de meses de restricciones, de arrancar y parar de cara a la segunda y tercera ola de COVID-19, con un promedio de 300 a 500 muertos diarios, Italia espera que las reaperturas sean irreversibles y marquen el comienzo de una vida normal.
Sin embargo, las reaperturas de unas 140.000 actividades comerciales, autorizadas en la mayoría de las 20 regiones italianas, con cafeterías y restaurantes abiertos para almorzar y cenar, pero sólo en las terrazas al aire libre y hasta el toque de queda fijado a las 22H00 local, han provocado tensiones en el gobierno de unidad liderado por el economista Mario Draghi.