A pesar de la aceptación de festividades como el “Halloween” en el ánimo de la población, sobre todo de los jóvenes, la celebración del “Día de Muertos” sigue vigente entre los campechanos como una de sus tradiciones más importantes que comienza a tomar mayor fuerza con el apoyo y la participación de diversas dependencias que hoy día colocan su altar de muertos.
José Manuel Alcocer Bernés, Cronista de la Ciudad de San Francisco de Campeche, destaca la importancia de esta tradición y del esfuerzo que hace el Ayuntamiento de Campeche no solo por conservarla, sino sobre todo por impulsarla, de manera especial entre la juventud.
En entrevista con Campeche.com.mx, en sus oficinas en el primer cuadro de la ciudad, en cuyo interior ya se puede apreciar un pequeño altar a los muertos, con la foto de Enrique Escalante al centro, quien también tuviera a su cargo esa importante responsabilidad, Alcocer Bernés comparte recuerdos de su infancia, del aprendizaje que tuvo de sus abuelas para conocer y respetar esta tradición y el valor que tiene el recordar a quienes ya se han ido y que ocuparon un lugar importante en el corazón de las personas.
Enseñanza que hoy día le hacen ver las diferencias que hay en la forma de celebrar y recordar estas fechas: 1 y 2 de enero, que se conocen como Día de los Inocentes y de los Fieles Difuntos.
-La tradición del Altar de Muertos y del Día de Muertos proviene de la llegada de los españoles, pero debemos recordar que ya los mayas hacían lo que ahora se representa como altares prehispánicos en los que se utilizaban una serie de materiales que no tenían elementos europeos como manteca, cerdo, gallina, tomates –indicó.
-Después en el sincretismo que se da con los españoles, surge estas comidas tradicionales como el pibipollo e igual emplear elementos y frutos de la tierra –agregó.
-Una vez apaciguada la ciudad por los ataques piratas, estamos en el siglo XVIII y que la ciudad tiene murallas y existe una paz social, se empieza a hacer en las casas esa celebración de poner altares, que tenían otro sentido.
-Mucho tengo del recuerdo de mis abuelas –señala-. Se empiezan a hacer con toda la comida tradicional, con la rezadora, y en Campeche todavía se sigue haciendo así en algunas casas que en el altar colocan pibipollos, y como mis abuelas ponen la comida preferida del muerto: frijol con puerco, puchero, su bebida si es que tomaban trago, su cigarro.
-Llegaba la rezadora y el altar no se tocaba porque era algo sagrado y se ponía para esas ánimas, para las personas que ya no estaban. Incluso había la tradición de que un día antes, el 31 de octubre, se limpiaba la casa, se lavaba la rompa, se hacia el aseo y se tapaban los espejos, porque las ánimas no tienen reflejo… Creo que eso se ha perdido un poco.
-Antes, en todas las casas de la ciudad se colocaba un altar, por modesto que fuera, con su pibipollito, que ya no se hace quizás por los altos costos y porque se ha ido perdiendo esta costumbre con las intromisiones extranjeras como es el Halloween.
Afirma que por fortuna, el concepto del altar y la ceremonia, sigue sobreviviendo, aunque apunta se han perdido detalles como el que no en todas las viviendas hay un altar, pero puede ser porque a lo mejor no le ponen todas las comidas, sólo lo más esencial.
-Recuerdo que mis abuelas ni siquiera la masa, cuando la probaban, la escupían o la comían; la ponían en un lugar aparte porque era algo muy sagrado.
-Yo creo que esta tradición va a sobrevivir, siento que tenemos el deber de seguirlo fomentando porque es una parte nuestra y cuando se pierde algo nuestro, se pierde la identidad y la identidad es la del campechano, como es el carnaval, el Día de Muertos, las Vaquerías… Esos elementos son propios y deben estar permanentes en la ciudadanía.
En este punto, Alcocer Bernés destaca el esfuerzo del Ayuntamiento de Campeche por mantener y recuperar nuestras tradiciones, pues este 31 de octubre realiza un concurso de altares en la calle 59.
-Entraron “al quite” instituciones y empezaron a poner sus altares en algunas dependencias de Gobierno, lo que retomó el Ayuntamiento, al menos en esta administración, y hace el concurso de altares; mucha gente lo pidió y se inscribió. De 20 inscritos el año pasado, en esta ocasión suman 59. Debemos ser los primeros en demostrar que todavía existe esta tradición y fomentar con el ejemplo.
-Hay interés por rescatar todo este tipo de ofrendas que son muy diferentes al centro de México; allá ponen calaveritas con el nombre del difunto y muchos elementos espectaculares pero creo que aquí, dentro de la modestia de un altar, son mucho más personales, mucho más íntimos y esa es una comunicación entre los muertos y la gente viva.
¿Es un afán de querer sentir que está contigo tu ser querido?
-Sí, definitivamente que es eso, la idea para el creyente es el muerto regresa en este tiempo a convivir . Hay que recordar que el sentido de la muerte en el mundo prehispánico, porque es parte de la herencia que tenemos, el muerto no está muerto, el muerto es un elemento, el alma es un elemento que está viva y regresa en tiempos y en periodos.
-Es un concepto de que eso no lo entiende el mundo oriental o el mundo europeo. Se murió y se murió, no hay esta convivencia. En cambio, en el mundo mexicano, la muerte prácticamente “vive”. La muerte está en canciones “si me he de morir mañana, que me muera de una vez”, por ejemplo; está en poesía, Octavio paz, Pellicer, hicieron sendas poesías sobre el contexto de la muerte; está La Catrina deposada, entonces en este concepto el mexicano no le teme a la muerte, no teme hablar con la muerte –afirmó.
-Es algo muy natural entre nosotros hablar de la muerte, o sea, vacilamos con la muerte, cantamos con la muerte, nos emborrachamos con la muerte. Es ese sentido que permanece vivo y no se ve en el mundo anglosajón.
¿De qué se han perdido los jóvenes, estas nuevas generaciones en esta tradición incluyendo ir a los cementerios?
-Hay otra costumbre muy típica en el mundo general de México: ir a los cementerios. En Chiapas las comidas son el cementerio, la de Janitcio, Mixqui, en México.
-Quizás ahora la gente adulta va a visitar a los muertos y quizás lleven a sus niños… Siento que mucho se ha perdido porque el muchacho, el joven actual no lo entiende. Para él es mucho mejor disfrazarse de zombi, en los Halloween, porque es tanta el “bombardeo” que se hace sobre este elemento que tiende de otra manera a suprimir este concepto, se minimiza y también las sectas protestantes en su concepto de no imágenes, de no conservar tradiciones apoyan mucho la desaparición de estos elementos porque no lo consideran parte de su ritual. Entonces, la gente que está involucrada en esas Iglesias empieza también a perder el sentido real de lo que es una ofrenda, del por qué de la ofrenda.
No obstante, considera que entre los jóvenes se está fomentando esta tradición o cuando menos lo están reconsiderando, porque los planteles educativos en sus altares de muerto hacen que los muchachos participen.
-Está entre la juventud el concepto de Halloween pero siento que lo toman más como una fiesta, como que ir a disfrazarse, no como una tradición. Lo tradicional es esto. Lo otro es…
Manifestó empieza a recuperar presencia en su ánimo este tipo de tradiciones, agrega que el Halloween no se va a quitar, pero sólo es un día, una noche en que el joven, la joven “se disfraza, baila, festeja y ya estuvo”.
-Esto no, esto es algo que está en forma permanente y que es una tradición nuestra, muy nuestra.
¿Cuál sería la sugerencia a los campechanos?
-Una: que esta tradición no debe desaparecer, se debe de fomentar y si están en una escuela, kínder, primaria o secundaria, y le piden el apoyo, eso hace muy bien porque permite al muchacho tener esta relación.
¿Es una esperanza de vida?
-Sí y no. Es el deseo de seguir permaneciendo, aunque no estamos físicamente, estamos espiritualmente. Sí, es una forma de permanencia –finalizó.