Abrumada, disminuida por el dolor, doña Julia Ayala pide el apoyo del diputado federal Alejandro Moreno. Con el alma saturada por la pena, explica que ya no tiene nada que vender para costear los gastos médicos de su hija Virgilia y de su nieta Alejandra, hospitalizadas tras un funesto accidente que le arrebató la vida a su esposo y a su otra nieta, dejando doliente al poblado de Chiná.
“Ellos ya cenan con Dios”, dice una de las vecinas que abraza a doña Julia, “pero no es justo que el responsable no quiera hacerse cargo de los gastos médicos de los que quedan. Diputado Alejandro, ayúdenos a que se haga justicia”.
Alejandro Moreno escucha a doña Julia. La señora le comenta que su hija tuvo que ser intervenida quirúrgicamente y tienen que pagar 70 mil pesos, pues no hicieron válido el Seguro Popular. Ya antes había entregado 50 mil pesos por la atención de Virgilia y de Alejandra.
“Ya vendimos todo, no nos queda nada, y gracias al pueblo hemos podido juntar el dinero que ya di en el Hospital (General de Especialidades)…pero no tenemos más, ¿de dónde voy a sacar 70 mil pesos, si mi esposo ya está enterrado?”, dice una Julia acosada por el sufrimiento y la deuda económica.
A la mujer el infortunio le llegó en forma de un auto, que arrolló la moto que conducía su esposo, asesinándolo junto con su nieta Alexandra. La gemela de la niña fallecida, Alejandra, y su mamá, Virgilia, continúan vivas, pero laceradas en cuerpo y alma.
El presidente de la Comisión de Gobernación de la LXII Legislatura Federal no es inmune al dolor de doña Julia y del pueblo de Chiná. Aun antes de que solicitaran su apoyo, ya había gestionado atención para los heridos.
El legislador priista se comprometió a ayudar a la abacorada mujer. Le comentó que la esposa del presidente de la República, Angélica Rivera de Peña, sin duda le tenderá la mano, “porque es madre también”. Alejandro Moreno dijo a la mujer que estará al pendiente de la atención de sus familiares. Reconforta a doña Julia y los vecinos agradecen el respaldo que le da.
“Sabía que encontraría el apoyo en usted, Dios lo bendiga, licenciado”, exclama entre sollozos la mujer que un mal día vio truncada su familia. Alito la aprisionó en sus brazos.