Una bomba colocada en uno de los santuarios más conocidos de la capital de Tailandia acabó con la vida de 19 personas, incluidos tres turistas extranjeros, e hirió a otras 123, en un ataque que el gobierno calificó como un intento por destruir la economía.
Las fuerzas tailandesas están combatiendo a un pequeño grupo de insurgentes musulmanes en el sur de un país predominantemente budista, pero los rebeldes rara vez han lanzado ataques fuera del feudo en que vive su etnia malaya.
Los responsables intentaban destruir la economía y el turismo, porque el incidente ocurrió en el corazón del distrito turístico”, dijo el ministro de Defensa, Prawit Wongsuwan.
El jefe de la policía nacional, Somyot Poompanmuang, señaló que el ataque no tiene precedentes en Tailandia.
El gobierno anunció la creación de una “oficina de guerra” para coordinar la respuesta al atentado.