Una fuerte recesión en la economía de Brasil ha ocasionado la pérdida de más de un millón de empleos este año en la recesión más severa en décadas.
Los dirigentes brasileños enfrentan importantes crisis por múltiples frentes.
Rousseff enfrenta ira generalizada en torno a una diversidad de temas, incluyendo el hecho que estuvo en la cúspide del consejo directivo de Petrobras cuando estaba floreciendo el plan de malversación. Algunos testigos han testificado que los sobornos eran usados para financiar su campaña presidencial, alegato que ella niega.
Sin testimonio que surja para indicar que Rousseff aceptó algún soborno, Cunha, el presidente conservador de la cámara baja, optó por seguir adelante con el caso que involucra el uso de fondos de bancos del estado.
Sin embargo, Cunha también se ha ganado abundante ira. Sus detractores dicen que él está pugnando por la destitución para cobrar venganza en contra de la presidenta luego que legisladores en su Partido de los Trabajadores, tendiente a la izquierda, tomara medidas esta semana para buscar su expulsión como presidente.
Pero a medida que la batalla por la destitución se pone en marcha, algunos brasileños dicen que los procedimientos tienen menos que ver con corrupción y más con la competencia por el poder político. Thiago de Aragao, consultor de riesgo político en Brasilia, dijo que la lucha en torno a la destitución pudiera prolongarse incluso por hasta siete meses.