Nueve de cada 10 brasileños desaprobaron la campaña de austeridad de la presidenta Dilma Rousseff para recuperar la confianza de los inversores en la economía del gigante sudamericano.
La brusca desaceleración económica en Brasil es la razón principal de que la popularidad de Rousseff haya caído al menor nivel de un presidente en al menos 20 años, según la encuesta de Ibope encargada por la Conferencia Nacional de la Industria (CNI).
Los brasileños que consideraban al gobierno de Rousseff como “muy bueno” o “bueno” disminuyó a sólo 12 por ciento, desde un 40 por ciento en la encuesta previa de Ibope realizada en diciembre.
Desde que ganó la reelección en octubre, Rousseff ha implementado un dramático cambio de política, recortando gastos y elevando impuestos a todo desde combustible hasta importaciones para cerrar una masiva brecha fiscal causada por años de descontrol.
Un 90 por ciento de los brasileños desaprueban el manejo de Rousseff de los impuestos, mientras que un 89 por ciento rechaza el aumento en las tasas de interés.