Luego de 37 años de la misión Luna 24 soviética, Chiná tiene previsto visitarla a través del lanzamiento de Chang E3, artefacto no tripulado pero que realizará un descenso suave, controlado, en la superficie lunar en Diciembre próximo.
La Luna, que las potencias espaciales consolidadas parecen haber dejado de lado en sus programas tripulados se ha convertido en el objetivo destacado de la emergente China.
Para principios de Diciembre Pekín anunció lanzar su tercera sonda de exploración lunar y la primera diseñada para posarse allí en suelo.
Las primeras Chang E1 y la Chang E2 se pusieron en órbita lunar en 2007 y 2010, respectivamente
La Chang E3 es una sonda no tripulada, pero China ya ha anunciado que su plan es hacer misiones de exploración preparatorias en los próximos años (una con envío de muestras a la Tierra) para desembocar en una tripulada la próxima década.
El E3 es un vehículo rodante diseñado para funcionar al menos tres meses.
Será un cohete Larga Marcha 3B el encargado de lanzar la Chang E3. La misión consiste en un módulo de descenso con un vehículo rodante, bautizado Yutu (Conejo de jade) que recuerda a los rover que la NASA está utilizando en suelo marciano.
Pese a la escasa información que adelantan las autoridades chinas parece que el lugar elegido para el aterrizaje es Sinus Iridium, una llanura de lava basáltica en un cráter de 235 kilómetros de diámetro.
El Yutu tiene un rango de desplazamiento de unos 10 kilómetros y está diseñado para funcionar tres meses en suelo lunar soportando las bajas temperaturas nocturnas con un calefactor de radioisótopos.
Es un robot de 140 kilos con seis ruedas que lleva cámaras de navegación y de visión para evitar obstáculos, una panorámica y otra de ultravioleta para ver la Tierra. Un espectrómetro y un radar que sondeará el subsuelo lunar completan su dotación de equipos científicos.
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Los pasos de la Chang E3 van a ser vigilados con mucha atención no solo desde la Tierra sino también de cerca, probablemente con la nave de la NASA Ladee, en órbita lunar que intentará captar la zona de descenso elegida por Pekín. Así que EE UU, 44 años después de su apoteosis del Apolo 11, estará observando desde una cierta distancia.