La comunidad indígena de los voladores de Papantla realizaron un ritual de purificación en el Ojital, pueblo natal de Nicolás San Martín García, caporal veterano de los Voladores, junto a los danzantes de la escuela ofrendaron incienso parte de esta tradición donde murió al caer del palo de más de 20 de metros de altura en el parque Kiwikgolo en una ceremonia ancestral patrimonio de la humanidad.
Adolfo San Martín García, hermano mayor de la familia también sigue la tradición que representa una ofrenda de si mismo parte de las creencias de totonacapan la región indígena de la huasteca veracruzana a 400 km de la Capital del Estado en la costera del Golfo de México, quién cientos de veces realizó este ritual apenas logró acercarse cuando ya había fallecido.
El Consejo de Voladores de Papantla estaba reunido, su hermano Nicolás era el caporal encargado en traje regional.
“Es doloroso mirar a un compañero, más aún, a un hermano cuando grita la gente, los busco en lo alto y ya no esta, lo miro abajo –al acercarse, preguntaba si aún respiraba”, declaró Adolfo San Martin.
En su hogar, una choza de madera dio la bienvenida a cientos de alumnos y pobladores quienes recibieron las ceremonias, el ritual de los voladores de Papantla está dedicado al sol y los cuatro elementos como es tierra, aire, agua y fuego, la dirección del universo forma parte de una ofrenda.
“Se piden bendiciones y bienestar para toda la humanidad o la naturaleza”, explicó el entrevistado.
A las 9 de la mañana del jueves una procesión acompañará el cuerpo de Nicolás San Martin García hasta el panteón, la última morada en donde se cree que emprenderá una larga caminata hasta la tierra de los muertos, la familia arrojará una cubeta con maíz, en la representación es el alimento del que dispondrá durante el camino.
Este miércoles el ataúd es velado por la familia mientras ofrendan a los invitados viandas. La flauta y el tambor suenan con el baile de los jóvenes danzantes.
San Martín García atribuyó el deceso de su hermano a la falta de escalones para afianzar la subida al palo y la debilidad del volador.
Caporal Porfirio Pérez Báez, quien sigue esta tradición desde hace 45 años dijo que el “palo volador sólo esta enredado del lazo por ello es posible un accidente, al sujetarse se cansó el brazo y se empezó a resbalar dos o tres veces y cayó”.
“La danza en la que nosotros participamos es peligrosa, lo que ocurrió ha pasado en otros lugares en Guerrero y Mazatlán pese a ello, seguimos la tradición que enseñamos a los niños”, declaró.