En Bulgaria, arqueólogos anunciaron el descubrimiento de un esqueleto de un hombre que vivió entre los siglos XIII y XIV, lo peculiar del descubrimiento es que al cuerpo le habrían clavado un arado de hierro en el pecho para evitar que se convirtiera en un vampiro.
En vida, el hombre tenía entre 35 y 40 años de edad. Entre sus dientes también encontraron monedas de bronce.
Y es que las creencias vampíricas procedentes del paganismo las preservaron los cristianos ortodoxos en los Balcanes durante la Edad Media, cuando se pensaba que además del hierro, podían utilizarse estacas de madera para atravesar el corazón del muerto, cubrirlo con ascuas o atar sus extremidades para evitar su conversión en vampiro.
Y es que permeaba la creencia de que después de morir esas personas se convertían en vampiros, que torturaban y atormentaban a los vivos, bebiéndose su sangre durante la noche.