La máquina cementera del Cruz Azul vive momentos complicados. Luego de acabar la primera parte del año como monarcas de CONCACAF y en el primer sitio del torneo local, el segundo semestre de 2014 resultó más opaco. L Máquina Celeste cosechó sólo cinco victorias y se tuvo que conformar con mirar desde casa la liguilla del fútbol mexicano.
Para el aficionado cementero, el nerviosismo va más allá de las fronteras nacionales. Con el boleto en la mano para la Copa Mundial de Clubes de la FIFA Marruecos 2014, el panorama es una incógnita de cara a una competición donde cada 90 minutos un equipo vuelve a casa.
Sin embargo, entre las caras de preocupación hay algunos que echan la memoria atrás un par de años y sonríen. No son los próximos rivales del equipo de la capital mexicana, sino un par de jugadores del Cruz Azul que representaron a su país en Londres 2012 bajo condiciones emocionales similares.
Entonces, Marco Fabián y Jesús Corona regresaron a casa con la medalla de campeones olímpicos. Ambos saben que el secreto de aquel oroazteca tuvo nombre y apellido, el de su actual técnico Luis Fernando Tena, un gran motivador que llevó luz a la oscuridad de ese Tri azteca.
¿Podrá Tena volver a frotar la lámpara en Marruecos al frente del Cruz Azul?
Fabián y Corona, quienes advierten un paralelismo claro con aquel equipo que llegó sin brillar… y se marchó dorado.
Trabajo, ambición, confianza, honestidad y más trabajo. Todas esas palabras formaron parte de la filosofía con la que Tena llegó al Torneo Olímpico de Fútbol Londres 2012. México pasó a la siguiente ronda con sólo tres goles anotados. Ya en los cuartos de final, Senegal llevó el juego hasta los tiempos extras, donde el Tri se impuso con goles de Giovani dos Santos y Héctor Herrera.
No era, precisamente, la mejor actuación. Para colmo, el camino los emparejaba con Japón, que llegaba a las semifinales sin goles en contra. Y mientras algunos aficionados ya debatían por la posibilidad del bronce, en el interior del grupo no se pensaba en otra cosa que no fuera el oro. “Nos hizo ver que eso era algo que siempre quisimos, por lo que habíamos luchado tanto, lo que soñamos… era representar a tu país y jugar esos grandes torneos”, explica Corona aludiendo a Tena.
“Creo que una de sus características es que día a día busca sacar el mayor potencial de cada uno de sus jugadores. También te da la confianza plena para poder desempeñarte con comodidad y para concentrarte”, completa el arquero.
Y así, con la mente puesta en lo más alto, un México con una cara diferente se llevó el pase a la final con un contundente 3-1 sobre el, hasta entonces, inmaculado Japón. “Cuando no se dieron los resultados fue cuando más nos dimos cuenta de que teníamos que salir adelante, porque ya no había marcha atrás. Nos pusimos una meta, ir paso a paso, dando lo mejor de nosotros”, explica Fabián, quien contribuyó esa noche con un gol para conseguir el pase a la final ante Brasil.