El expárroco Apolonio Merino Hernández mantiene su reclamo de reinstalación en el ministerio sacerdotal del que fue suspendido por romper el voto del celibato, uno de los principios del magisterio de la Iglesia.
El expárroco insiste en que el arzobispo de Antequera, José Luis Chávez Botello, utilizó esa información personal como forma de venganza por las denuncias de casos de pederastia cometidos por el sacerdote Gerardo Silvestre Hernández, actualmente bajo proceso en el reclusorio de la región Mixteca, por haber abusado sexualmente de 45 niños y jóvenes indígenas de la entidad.
Apolonio Merino Hernández comenta que en la Arquidiócesis (de Oaxaca), los sacerdotes llevan una doble vida al sostener un concubinato; tienen una familia y ejercen el sacerdocio, por lo que el hecho no es nuevo.
Asegura que 95% de los 124 sacerdotes asignados en 112 parroquias de la Arquidiócesis de Antequera, van en contra de la disciplina del celibato, mientras que el resto (cinco por ciento) tiene preferencias homosexuales.
“En la presente administración de la Arquidiócesis existe mayor tolerancia con los sacerdotes que tienen una pareja del mismo sexo”, afirmó.
El sacerdote considera paradójico que el anuncio de su suspensión corriera a cargo del vocero de la Arquidiócesis, José Guadalupe Barragán Oliva, quien vive un amasiato con una mujer, madre de su primogénita.
Apolonio Merino acepta que rompió el voto del celibato.
“Sí, sostuve una relación con una mujer, y tengo una hija. Me separé de ellas hace cuatro años; como padre cumplo con la manutención alimenticia, cuidados médicos y educación de mi hija”, apunta.
El expárroco considera injusto el proceso de suspensión, pues también tendrían que aplicar esa sanción a otros compañeros sacerdotes que se encuentran en la misma situación.