Barack Obama dejó claro que no cederá a las demandas de la oposición republicana para evitar el cierre del Gobierno federal. “Una facción de un partido de una cámara de una rama del Gobierno no puede cerrar la administración pública sólo para intentar cambiar el resultado de unas elecciones”, afirmó el presidente desde la Casa Blanca unas seis horas antes del momento en que entrará en vigor el cierre parcial de la administración.
Obama recordó que la suspensión del Gobierno federal no afectará a los servicios básicos al alcance de los ciudadanos, que seguirán recibiendo sus pensiones y disfrutando de la atención sanitaria en los hospitales que dependen del Estado. Pero explicó que el cierre tendría un impacto en sectores como la atención a los veteranos, las ayudas a los emprendedores o la reconstrucción de las regiones dañadas por el huracán Sandy.
“Un cierre del Gobierno tendrá enseguida un impacto real en la gente corriente”, explicó el presidente. “Será como arrojar una llave inglesa en los motores de nuestra economía justo cuando esos motores empezaban a ganar tracción”.
Sólo un acuerdo entre demócratas y republicanos evitaría este lunes el ‘cierre’ del Gobierno federal de Estados Unidos, que dejaría sin sueldo a casi un millón de empleados públicos y obligaría a paralizar temporalmente muchos de los servicios de la administración.
El origen del problema cabe encontrarlo en la ley que prohíbe a los empleados federales incurrir en cualquier gasto que no esté aprobado de antemano por las dos cámaras del Capitolio. Los demócratas mantienen el control del Senado y los republicanos disfrutan de una holgada mayoría en la Cámara de Representantes. Un extremo que ha propiciado pugnas recurrentes desde la llegada de Barack Obama a la Casa Blanca y ha complicado la financiación del Gobierno federal.
El Senado de EEUU ha rechazado este lunes la propuesta republicana que supeditaba la financiación del Gobierno a retrasar la aplicación de la reforma sanitaria.
Esta vez la intención de los republicanos es vincular cualquier decisión a la demora en la aplicación de la reforma sanitaria del presidente. Pero tanto Obama como los congresistas demócratas han anunciado que no están dispuestos a negociar ningún cambio en el calendario de la norma y han llamado a los republicanos a recapacitar y evitar el cierre del Gobierno federal.
“La reforma sanitaria entrará en vigor a partir del martes haga lo que haga el Congreso. La ley sigue adelante y su financiación también”, dijo el presidente, que recordó que la reforma sanitaria se aprobó en 2010 en las dos cámaras del Capitolio y recibió el año pasado el apoyo del Tribunal Supremo, que declaró que se ajustaba a los preceptos de la Constitución.