A un año de haber salido de prisión, y a pesar de que según él hay “un 80% de posibilidades” de que lo maten, el ex jefe de sicarios de Pablo Escobar, Jhon Jairo Velásquez Vásquez, “Popeye”, hace su vida en Medellín sin esconderse ni exponerse, según el semanario “Proceso”.
El ex pistolero, que pasó 10 años al lado de Escobar y convivió con la élite delictiva de Colombia, aventura a decir: “El Chapo es hombre muerto. Él sabe que tiene que hacerse matar, porque si lo agarran vivo lo van a extraditar a Estados Unidos. Y él no soporta una cárcel de súper alta seguridad en Estados Unidos. Ahí la comida se la dan a usted con un pito (popote), desayuno, almuerzo y cena. Nadie le habla, no hay contacto humano. Si le llega una carta se la muestran por una pantalla de televisión”.
“Popeye” afirma que Guzmán Loera no aguantaría la reclusión en aquel país.
Popeye se fugó de una cárcel el 22 de julio de 1992. Lo hizo con Pablo Escobar, jefe del Cartel de Medellín, cuando el gobierno de César Gaviria quería trasladarlos de la cárcel La Catedral –hecha y controlada por ellos– a un penal militar.
Escobar, el principal capo del narcotráfico en su época, huyó sin pausa durante 16 meses y 11 días. El 2 de diciembre de 1993 murió baleado en el tejado de una casa en Medellín, al enfrentarse con miembros del Bloque de Búsqueda, un grupo de élite policiaco-militar que lo persiguió día y noche.
Según Popeye, dar con el paradero de “El Chapo” puede llevarle a las policía mexicanas entre 16 y 18 meses.
Es el tiempo lógico en que lo pueden ir acorralando en sus finanzas, en su familia, en su aparato de seguridad, en todo. Eso no es de un día para otro, es un trabajo milimétrico. Tienen que hacer mucha inteligencia, y eso es despacio. Pero de que dan con él, dan con él, porque es un asunto político para el gobierno mexicano. De honor, declaró “Popeye”.