Convencido de que tenía que existir una chica para él en su misma ciudad, Los Ángeles, un matemático de la Universidad de California y Los Ángeles (UCLA) hackeó el portal de citas OkCupid, muy popular en Estados Unidos, creando 12 cuentas falsas que él mismo se encargó de coordinar para la búsqueda de información en perfiles femeninos de entre 25 y 45 años y ahora vuelve a atacar.
La historia de Chris McKinlay
Todo comenzó cuando abrió un perfil en dicha red social, nueve meses después de una ruptura sentimental, McKinlay comprobaba con frustración, día tras día, que casi ninguno de los mensajes que escribía a las usuarias de OkCupid que llamaban su atención obtenían respuesta.
OkCupid pide a sus usuarios que rellenen su información contestando a un mínimo de 350 preguntas, escogidas de entre miles de ellas. Las respuestas de McKinlay no eran de las más populares entre las mujeres con las que le interesaba salir.
Para ello, creó 12 cuentas falsas de OkCupid pero la plataforma cuenta con un mecanismo de seguridad anti-hackers que detectó un comportamiento anormal en las cuentas de McKinlay y, cuando éste ya había recopilado información de unos mil perfiles, éstas fueron eliminadas.
Después, le pidió ayuda a un amigo y creó nuevas cuentas falsas y las programó para que escribieran y clicaran a la misma velocidad que su amigo, es decir, que un humano. Tras recabar lo “que ellas quieren” modifico dos de sus perfiles y los mensajes y citas se empezaron a dar.
El amor “también va de hackear”, explica McKinlay, de piratear nuestros defectos y los de nuestras parejas o aprender a convivir con ellos.
Después de 88 citas y de comprobar que la categoría de artistas indie no cuadraba demasiado con él, McKinlay quedó por primera vez con Christine Tien Wang, con una compatibilidad, según OkCupid, del 91%, y que sigue siendo, un año después, su pareja.
Ella conoce la aventura hacker de su novio en busca del amor, y ambos planean casarse en un futuro próximo. “Lo que he hecho no es más que una versión con algoritmos y ordenadores de lo que cualquier usuario hace en un sitio de ese tipo”, reflexiona, McKinlay.