El presidente interino de Brasil, Michel Temer, cumple este domingo un mes en el poder cercado por los escándalos de corrupción, que le han obligado a prescindir de dos de sus ministros, y sin lograr convencer a los brasileños de que representa una opción real de cambio para el país.
Temer apenas alcanza una imagen positiva del 11 por ciento y tiene un nivel de reprobación del 40, según una encuesta divulgada esta semana, que muestra que la mayoría de la sociedad -un 61,5 %- considera legítimo el proceso de destitución abierto contra Dilma Rousseff, pero casi la mitad -el 46,6 por ciento- cree que la corrupción en el nuevo Gobierno será igual que en la gestión de la presidenta suspendida.
En este mes, la agenda de Michel Temer se ha centrado en superar los múltiples escándalos que han salpicado a su equipo.
Y es que inmediatamente después de asumir, el 12 de mayo, Temer fue blanco de un rosario de críticas por la ausencia de mujeres y negros en su Gabinete y por la desaparición del Ministerio de Cultura.
Tuvo que rectificar, recuperar el Ministerio y colocar a mujeres en puestos de relevancia para calmar las protestas.
A los pocos días, prescindió del más poderoso de sus ministros, el titular de Planificación, Romero Jucá, tras la difusión de una grabación en la que el también presidente del Partido del Movimiento Democrático Brasileño (PMDB) sugería la posibilidad de frenar el Lava Jato, la investigación de los millonarios desvíos en Petrobras.
Cuando aún no se había apagado la polémica, perdió a otro ministro, el de Transparencia, también por la filtración de una conversación indiscreta.
Y esta misma semana, la prensa local destapó escándalos relacionados con el ministro de Turismo, Henrique Eduardo Alves, el abogado general de la Unión, Fábio Medina Osório, y la secretaria de Políticas para las Mujeres, Fátima Pelaes, que continúan en sus cargos aunque están en la cuerda floja.
Por si no fuera suficiente, el lunes, la Fiscalía solicitó prisión para cuatro pesos pesados del Partido del PMDB, entre ellos el presidente del Senado, Renan Calheiros, y el exministro Jucá, salpicados por la trama enquistada en Petrobras.
Además, las delaciones “premiadas” -los acuerdos con la Justicia de acusados de corrupción para reducir sus condenas- hacen temblar a la clase política.
Las promesas de Temer de luchar contra la corrupción suenan vacías para buena parte de la sociedad y el presidente interino tiene todavía que vencer muchos obstáculos si quiere consolidarse y culminar el mandato, que vence el 1 de enero de 2019.