En Japón, el trabajo es una cosa realmente seria ya que los nipones consideran el trabajo como la actividad dignificante por excelencia, lo que produce adictos al trabajo por todos lados, con sus respectivas consecuencias psicológicas.
La situación esta resultando tan seria, que el gobierno está pensando en legislar para que las empresas obliguen a sus trabajadores a tomar sus vacaciones.
En la cultura japonesa, el que toma todos sus días de descanso es visto como un holgazán o un aprovechado por el resto de sus compañeros, algo que con seguridad no se desea entre los miembros de una cultura que tanto peso le dan a la “armonía”.
En Japón, llaman karoshi a la práctica de trabajar hasta morir. Unas 200 muertes karoshi tienen lugar cada año, principalmente por ataques cardiacos o hemorragias cerebrales tras jornadas insostenibles. Depresiones y suicidios numerosos también son registrados diariamente por sobrecarga de trabajo o fracasos profesionales.
Mientras en Francia y Alemania sólo el 11% de los empleados trabajan jornadas mayores a 49 horas semanales, en Japón este porcentaje llega a 22. En Surcorea, el problema es aún mayor: 35% de los empleados trabajan más tiempo que el máximo acordado internacionalmente.
Aunque los trabajadores japoneses gozan de una media de nueve días libres al año, en promedio sólo usan dos de ellos. Además, los empleados deben usar sus propios días de descanso cuando se presentan enfermedades, lo que representa un factor más a la hora de considerar tomar vacaciones.
La nuevas legislación buscará motivar e incluso forzar a los empleados a tomarse sus descansos, será más flexible con las enfermedades y motivará a los padres a pasar tiempo con sus hijos en verano. Suponemos que esto también podría obligarlos a consumir y a reanimar su mercado interno, ya que un problema que también tienen los japoneses es que no consumen, haciendo que el fantasma de la deflación (lo contrario a la inflación) los persiga permanentemente.