En estas fechas cientos de pobladores de la Villa de Pomuch, saldrán al Cementerio para realizar un rito, que aunque para muchos es un acto macabro, para los pomuchenses, es un acto de amor.
Portando la mejor de las sábanas, algunos otros, el mejor de los perfumes, cientos de pobladores arriban desde días previos al primero y dos de noviembre al camposanto, a fin de llevar a cabo la limpieza de huesos, de los seres que ya no están.
A diferencia de otras comunidades, en el cementerio de Pomuch, los difuntos no son depositados en en ataúd, ya que la mayoría de ellos se encuentran colocados en cajas que facilitan la limpieza y el acomodo de los huesos; esta acción se lleva con total devoción y amor, y participan tanto mujeres, hombres y niños.
Este ritual, año con año, atrae a curiosos que admiran la veneración y el amor de estas personas, que esperan que dentro de un año, el familiar regrese y es herencia de la tradición maya del lugar.
Pomuch es un lugar donde la muerte tiene una conexión estrecha con los vivos; la malas energías se canalizan hasta el inframundo, para que la vida siga siendo plena como hasta ahora.