“Espero que el fin de mi existencia no me sorprenda repentinamente, sin realizar un par de proyectos muy avanzados, pero si está escrito, me daré por bien servido”, expresó hace apenas unos meses el caricaturista mexicano Sixto Valencia Burgos, creador artístico del célebre “Memín Pinguín”.
Esta mañana comenzó a difundirse la fatal noticia, la misma que confirmaría Luis Gantús, su biógrafo, quien habló de un infarto y convocó a familiares, colegas y amigos a darle el último adiós en una agencia funeraria de la Zona Rosa, de la capital del país, hasta donde se espera que arriben además admiradores de su trabajo.
Sixto Valencia Burgos, quien recorrió todos los géneros, desde la historieta histórica hasta el humor y las aventuras y encabezaba proyectos como el del Museo de la Historieta Mexicana de la Ciudad de México, nació en Tezontepec, Hidalgo, en 1934, y se inició de manera autodidacta dibujando en maderos y pencas de maguey.
No obstante, tuvo la oportunidad de mudarse a la Ciudad de México y de hacer estudios en la Academia de San Carlos.
Luis Gantus y Melina Gatto, autores de “Sixto Valencia. Una vida entre viñetas”, que publicó el Consejo Estatal para la Cultura y las Artes de Hidalgo, tuvo su primera oportunidad para hacer dibujo en un diario, cuando tenía 17 años.
Luego, su primera obra completa fue “Cliperton”, de más de 320 páginas, hecha por encargo para la Unión Linotipista, en 1958.
Pasó por varias publicaciones hasta que en 1962 llega su primer gran trabajo: “Milagros de Cristo”, con el cual empezó a trabajar con Yolanda Vargas Dulché (1926-1999).
Con ella consolidó una fructífera mancuerna profesional, a partir de 1963 cuando empezó a publicarse la revista “Memín Pinguín”, con argumento de ella y dibujos de él.
“Memín Pinguín es como mi hijo, yo le di forma, lo vestí, le di personalidad y un lenguaje propio, y eso es lo que al público le gustó y ha gustado”, dijo en alguna entrevista a la prensa, en la que destacó el medio siglo de publicado que cumplía su personaje, tatuado en la memoria de varias generaciones de México y del extranjero.
Hacia el final de sus días, Valencia se mantenía como un hombre activo, que a sus 81 años seguía creando, y vivía preocupado por la industria de la historieta, a cuyo “boom” él pertenecía, y lamentaba que ésta atravesara por una crisis, debido a que “la historieta prácticamente se ha acabado debido a la argumentación y a que editores ya no le apuestan a este género”.
Opinaba que tras el auge y éxito de la historieta, en la década de los 60, había sobrevenido esa etapa de crisis. Incluso el propio Memín había dejado de crearse porque ya no había argumentos.
La figura de “Memín” se refrescó en la FIL de Guadalajara, el año pasado, cuando su creador artístico recibió el premio “La Catrina”, en el marco de su Encuentro Internacional de Caricatura e Historieta.