“¡Abandonado de la mano de Dios!”, es la expresión con la que locatarios del Mercado Principal “Pedro Sáinz de Baranda” describe sus instalaciones, sin atención de las autoridades, insalubres en por lo menos el 80 por ciento de sus instalaciones donde es posible apreciar paredes sucias, mugrientas, alcantarillas sin protección, extractores sin funcionar desde su instalación, cuartos fríos llenos de basura de los que emanan olores putrefactos, pasillos que se iluminan con la poca luz del sol que entra por las ventanas altas y con ellos fauna nociva.
En síntesis, un mercado “principal” que es totalmente insalubre para quienes asisten a adquirir sus víveres, aunque hay zonas que se “salvan”, gracias al esfuerzo de los expendedores que en la medida de sus posibilidades limpian y arreglan su área de trabajo.
Las condiciones que presenta a pesar de las acciones que realizaron autoridades estatales y municipales, como fue la reconstrucción de parte de los techos, instalación de lámparas y extractores, son totalmente deplorables.
Aunado a esto, la presencia por la noche y madrugada de drogadictos y borrachos que utilizan la nave donde se expenden carnes y mariscos, como guarida, pues una de las puertas de rejas, no cierra.
En un recorrido por sus instalaciones, Campeche.com.mx constató las pésimas condiciones de lo que otrora fue un gran mercado, el principal centro de abasto de las familias campechanas, que le daba sustento a cientos de comerciantes de diversos giros y a sus familias, en el que al entrar, se mezclaban los olores de comidas recién preparadas, de frutas y verduras que esperaban ser adquiridas por las amas de casa, de carniceros que a voz en cuello invitaban a las “señitos” a ver la calidad de su producto y por cuyos pasillos era difícil transitar.
De acuerdo con declaraciones de varios locatarios, entre ellos Hugo Herrera, Porfirio Acal Chi, Petrona Uc López, Román Felipe y Julia Vázquez Quintal y otros más que decidieron no dar su nombre por temor a represalias de la administración, a cargo de Manuel Flores Pavón, no hay presupuesto para reparación alguna, como ocurre con los mercados periféricos.
Señalaron no hay vigilancia, los inspectores no cumplen con su trabajo, pero si se les exige el pago de impuestos, como derecho de piso, que cobran puntualmente.
Además de la falta de atención de las autoridades municipales a las instalaciones del mercado, atribuyeron su mala situación a las bajas ventas, reflejo de las condiciones insalubres del lugar, del peligro que significa a las amas de casa transitar por sus pasillos, con luz deficiente pero donde se arroja agua y hay residuos de carne, sangre de los animales sacrificados que de madrugada se limpian para su venta sin que los introductores limpien el lugar, provocando con frecuencia la caída de las compradoras.
También a la proliferación de vendedores ambulantes, por lo que varios expendedores decidieron hacer lo mismo, deambular y ofertar su producto por el interior y periferia del mercado.
Desde el exterior, por cualquiera de los accesos de las grandes puertas enrejadas, se puede observar vendedores ambulantes pero también basura así sean las 7 o las 10 de la mañana. Al interior, los pasillos con agua, basura que las personas encargadas de barrer no se dan abasto para mantener “decente” el lugar.
El lugar está en penumbra en varias de sus zonas. Las paredes con mugre, cables sueltos en los techos con telarañas, ventanas cuyas persianas poco permiten el paso de la luz del sol.
Son las naves de alimentos preparados como las de verduras y frutas las más visitadas, mientras que en carnes y mariscos, donde el riesgo de sufrir un accidente es mayor, registra pocos compradores. Las ventas han disminuido de un 60 a 70 por ciento, según aseguraron.
Al conocer el motivo de la visita de Campeche.com.mx, los locatarios no dudaron y expusieron su inconformidad; en su voz se percibía el enojo, pero también la conformidad obligada porque nadie puede hacer que el Ayuntamiento de Campeche, resuelva los problemas y atienda sus carencias.
En el recorrido se pudo apreciar las condiciones de insalubridad que prevalecen en varias zonas de esa central de abasto. Alcantarillas sin tapas, paredes sucias, con mugre de mucho tiempo, olor desagradable, cucarachas, moscas y ratas, fauna nociva que agrava el riesgo a la salud de quien vende y de quien compra.
El área de cuartos fríos, es la que más deterioro presenta. Las puertas de los cuartos fríos en algunos casos, cerradas con cadenas y candados, en otros, solo emparejadas que al abrirse muestran la basura y suciedad acumulada y en donde se indicó, hay quienes utilizan como baños públicos. Registros de luz expuestos.
En la zona húmeda como se conoce a la pescadería, en penumbra. Las lámparas no funcionan en su gran mayoría y solo la luz del sol que se filtra permite a algunos ver bien su local, otros deben hacerlo “a tientas”.
Varios locatarios se quejaron de la presencia de introductores en horas de la madrugada, que llevan cerdos y los destazan y limpian en la zona de pescado seco, cerca de las carnicerías y pollerías, y dejan restos y sangre encharcada, sin que nadie les diga nada a pesar de haber reportado esta situación a la administración del mercado.
Afuera, en la parte de atrás del mercado, en las inmediaciones de “La Sombrilla”, las cosas no son mejores. En esta zona se encuentra el depósito de basura donde la peste y olor nauseabundo mina el aire y deja impregnada la roba de vendedores y compradores.
Los techos muestran telarañas, cables de electricidad mal colocados y también sin servicio de energía eléctrica y, además, sin agua por lo que para “lavar” sus productos, deben pagar para que se las lleven..
Aquí, las venteras instalaron lona s, plásticos de diferentes medidas para protegerse de la inclemencia del sol pero que no ayudan gran cosa en temporada de lluvias.
Comentaron que hace unos tres meses, el gobernador Fernando Ortega, en recorrido por el lugar, se comprometió a la instalación inmediata de una gran lona “que nunca llegó”.
La principal central de abasto de la ciudad, el mercado “Pedro Sáinz de Baranda”, es hoy día un foco de contaminación ante la indiferencia de autoridades estatales y municipales porque “no hay presupuesto”.