El mexicano Julio César Urías le puso el toque final a su histórica actuación en la postemporada 2020 de la mejor forma posible: montado en la lomita y celebrando el ponche que le propinó a Willy Adames en el noveno inning para cerrar el juego 6 de la Serie Mundial y darle a los Dodgers ese ansiado título que no obtenían desde 1988.
Urías, de apenas 24 años, es el pitcher más joven en salvar un juego que le da la Serie Mundial a su equipo desde Steve Howe, también para los Dodgers, en 1981. Su compatriota Víctor González se llevó el triunfo, también en trabajo de relevo.
Después de casi duplicar su relevo perfecto de tres innings contra los Bravos en el Juego 7 de la Serie de Campeonato de la Liga Nacional, Urías es también el segundo pitcher en la historia en cerrar dos juegos que le dieron series a su equipo en una misma postemporada lanzando dos o más innings y no permitiendo que se le embasaran corredores en ninguno de esos dos encuentros. Bruce Sutter lo hizo para los Cardenales en 1982.
Y la contribución de México al título de los Dodgers no paró ahí. La victoria fue para Víctor González, que tiró un inning y un tercio y ponchó a tres en labor de relevo. Urías trabajó 2.1 innings de forma perfecta, con cuatro ponches. Es la primera vez en la historia de la Serie Mundial que un pitcher mexicano gana un duelo salvado por otro mexicano.
Urías, que tenía récord de 4-0 y 1.32 de efectividad en esta postemporada antes de comenzar el juego, entró a lanzar con dos outs en el séptimo inning. Los Dodgers estaban arriba 2-0, pero los Rays tenían un corredor en primera y el bate del cubano Yandy Díaz representaba el empate. El intento de rebelión no pasó de allí: una recta a 95 mph sobre la esquina de afuera fue el tercer strike para Díaz y el anuncio de otra soberbia exhibición de pitcheo del culichi.
Urías sacó en orden al corazón del lineup de los Rays en el octavo. Al cubano Randy Arozarena lo dominó con elevado al centro, a Hunter Renfroe con rodado por tercera y a Brandon Lowe con su segundo ponche de la noche, esta vez abanicando ante una curva bajita.
Si antes del juego, y durante buena parte de la postemporada, había habido dudas sobre quién iba a ser el encargado de cerrar el cotejo si los Dodgers llegaban con ventaja a las entradas finales, Urías pareció despejar cualquier tipo de interrogante que pudiese tener el manager Dave Roberts.
El noveno también sería suyo. Y lo sacó tan o más fácil que los dos capítulos anteriores.