Juan Méndez dijo que México en vez de combatir el grave problema de la tortura, se distrae en ataques en su contra.
El relator de la ONU aseguró que la negativa de la Cancillería mexicana a aceptar que la tortura es una práctica generalizada en el País sólo obstaculiza la lucha contra un crimen sistemático.
“Los ataques personales son una distracción de la esencia, que es erradicar el grave problema de la tortura en México”, indicó el relator.
“Que yo califique (la tortura) como generalizada me parece que no es injusto ni arbitrario decirlo, y francamente no me han dado ninguna razón para cambiar de idea sobre eso”, añadió.
El subsecretario para Asuntos Multilaterales y Derechos Humanos de la Cancillería, Juan Manuel Gómez, indicó en una reunión privada con senadores que Méndez no fue “profesional ni ético” en su informe sobre este crimen en México.
Esa posición fue avalada por el Canciller José Antonio Meade, quien aseguró que el País dejaría de colaborar con el relator de la ONU.
Méndez, quien pide ser invitado para realizar una visita de seguimiento y dejar de lado el lenguaje ofensivo, también escribió una carta a Jorge Lomónaco, Embajador de México ante Organismos Internacionales en Ginebra, designado por la Cancillería.
Méndez defiende su metodología: los 14 casos representan a por lo menos 107 víctimas mexicanas, asegura.
El relator de la ONU consideró que si el Estado mexicano no reconoce que la tortura es una práctica generalizada, la lucha contra ésta puede derivar en parches que no resolverán el problema de fondo.
El también ex presidente de la Comisión Interamericana de Derechos Humanos (CIDH) se dijo abierto al diálogo, por lo que propuso a la Cancillería que lo invite nuevamente al País para realizar una visita de seguimiento en el tema, como ha ocurrido con países como Tayikistán, Túnez y Uruguay.
México nunca había caído en esa trampa, nunca había agitado el código de conducta como una forma de desacreditar o menospreciar el trabajo de un relator.