La administración de Peña Nieto tenía una estrategia muy clara en el momento de aprobar la Reforma Energética.
El problema es que se centraba en un punto que es insostenible, por lo menos hoy en día: la inversión en fracking y aguas profundas (qué es muy cara). Esto es preocupante para la economía mexicana y no ha pasado desapercibido por el Fondo Monetario Internacional (FMI) donde también están muy atentos.
La caída del precio del barril de petróleo en los últimos cuatro meses es la razón principal para que el FMI no tenga tan buenas expectativas de los países productores: esta semana iniciamos con un precio de 39.20 dólares por barril. Los análisis ya arrojaban que algo menor a 40 hacía impracticable cualquier inversión en aguas profundas o fracking.
El problema es que esta administración creyó que el barril costaría eternamente más de 80 dólares.
Por otro lado, el Gobierno mexicano tenía la esperanza de que el crecimiento este año fuera de un 3.7 %. No solo el problema del petróleo afecta nuestra economía y las latinoamericanas en general. También alimentan el problema la fase actual de la economía china, ya no consumen como locos, y el repunte de la economía estadounidense que atrae a los inversionistas que están en nuestra región, lo que se traduce en dinero que se va.
El Gobierno mexicano ya ha anunciado que no descarta recortes en el gasto público. Además se prevé una depreciación de nuestra moneda, de hecho, el peso mexicano ya ha sufrido en los últimos meses una notable alteración en su paridad con el dólar.