El papa Francisco llamó a los católicos a rezar por la abolición total de la pena de muerte, contra la profanación bárbara de los niños víctimas de pederastia y las persecuciones religiosas, durante el Viacrucis en el Coliseo de Roma.
Reunidos alrededor del inmenso anfiteatro, decenas de miles de fieles, muchos con un cirio en la mano, siguieron la ceremonia en silencio.
El papa Francisco, de 78 años, presidió la ceremonia, permaneciendo sentado, sin llevar la cruz él mismo.
El recorrido del Viacrucis hace revivir el calvario de Jesús desde su condena hasta su crucifixión, su muerte y su entierro.
Una de las meditaciones de las 14 estaciones se refirió a los “niños y adolescentes desposeídos de sí mismos, heridos en su intimidad, profanados de forma bárbara” por la lacra de la pederastia.
También se aludió a la “condición de los niños soldado, al trabajo que se convierte en esclavitud” y, más ampliamente, “a la trata de blancas”.
El Viacrucis hizo referencia además a las persecuciones religiosas por parte de Estados y grupos armados, sobre todo los yihadistas, al día siguiente del atentado de los islamistas somalíes shebab contra una universidad de Kenia que dejó 147 muertos, en gran parte cristianos.
Dos religiosas iraquíes, dos franciscanos de Tierra Santa, dos sirios, dos nigerianos, dos egipcios y dos chinos llevaron la cruz durante una de las 14 estaciones.
A petición del Papa, la meditación, simple y conmovedora, fue redactada por un obispo italiano, Renato Corti, que trató de expresar lo que Jesús sintió durante su calvario.
Miles de peregrinos y fieles católicos se congregaron en la Basílica de San Pedro para la misa del Viernes Santo.
El papa Francisco comenzó la oración tendido en el suelo. Después se procedió a la lectura de los pasajes de la Pasión de Jesús de Nazaret, cantados por tres diáconos acompañados por el coro de la Capilla Sixtina.
La misa estuvo cargada de silencio y gravedad, en recuerdo de la pasión de Cristo.