Contra su costumbre, Raúl Castro, durante su primera visita de Estado a México como presidente de Cuba, removió sus recuerdos e improvisó y dejó por un momento la rigidez de los discursos preparados y previo a la comida en su honor tomó unos minutos para hablar del pasado y también del futuro, de uno que espera le permita viajar más seguido a México, cuando deje el poder en el 2018.
El mandatario cubano recordó que fue Mérida, la capital del estado de Yucatán, la primera ciudad que conoció de México después de abandonar en junio de 1955 su país, después de que el régimen del dictador Fulgencio Batista lo acusó de estar detrás de la explosión de una bomba en un cine de La Habana.
Frente a funcionarios de ambos países y de autoridades locales, Castro dijo que la historia de su estancia en México en aquellos años era larga y corría el riesgo de hablar más que su colega mexicano.
A diferencia de su hermano Fidel, quien rara vez leía algún discurso, Raúl no suele improvisar en sus discursos públicos.
Castro contó que tiene cuatro hijos y nueve nietos, dos bisnietas y pronto, en diciembre, un bisnieto. Y bromeó en que ya no espera ser tatarabuelo “porque se van a aburrir los cubanos de mí”.
Confió que en algunos años, por ejemplo cuando se retire de la presidencia de Cuba, pueda tener más tiempo para viajar a México, pero sobre todo a Yucatán.
“Deseo a todos los mexicanos el futuro de paz, desarrollo, bienestar y prosperidad que merecen por su gloriosa historia”, dijo el mandatario cubano antes de brindar con su colega Peña Nieto, quien antes, en su discurso escrito recordó cómo dos jóvenes Castro prepararon la Revolución que triunfaría en 1959.