Recientes investigaciones en huesos humanos localizados en ofrendas del Templo Mayor y otros recintos aledaños al centro histórico capitalino, revelaron que gobernantes, sacerdotes y algunos guerreros de ciertos rangos podían comer carne humana en rituales religiosos.
El arqueólogo Gabino López Arenas analizó cráneos, tibias, peronés, húmeros y mandíbulas, que datan entre el 900 al 1521 d.C., la mayoría con marcas de corte y exposición prolongada al fuego, que dan evidencia de la práctica de la antropofagia entre los mexicas.
En un comunicado, el Instituto Nacional de Antropología e Historia (INAH) detalló que la investigación forma parte de la tesis “Decapitación y desmembramiento en rituales del recinto ceremonial de Tenochtitlan: una interpretación de su simbolismo”.
López Arenas explicó que de acuerdo con los estudios se ha deducido que los individuos fueron decapitados y desmembrados, la mayoría cuando aún poseían tejidos blandos, las víctimas eran descarnadas inmediatamente después de ser inmoladas, según los rastros de corte que fueron hechos en hueso fresco.
Esta práctica tenía como finalidad absorber la fuerza divina que alberga el cuerpo de los sacrificados, para la cultura mexica las víctimas humanas eran la encarnación de los dioses a los que representaban, al comer su carne, practicaban una especie de comunión con la divinidad.
La antropofagia era permitida sólo a individuos de alto rango social, pero nunca llegó a figurar como un alimento habitual en su dieta.
REVELAN QUE LOS MEXICAS PRACTICABAN EL CANIBALISMO
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