El presidente de Estados Unidos, Donald Trump, dijo hace años que no entendía a quienes tomaban vacaciones, y prometió que si llegaba al poder apenas dedicaría tiempo al ocio, pero hoy abandonó Washington para una escapada de dos semanas en la que, según la Casa Blanca, seguirá trabajando.
El mandatario despegó hoy rumbo a su club de golf en la pequeña localidad de Bedminster, en Nueva Jersey, donde planea quedarse hasta el próximo 20 de agosto.
Esos 17 días son casi el doble que los que se tomó libres el expresidente Barack Obama el primer verano que pasó en el cargo, en 2009, y marcarán el periodo más largo que Trump pasa lejos de la Casa Blanca desde que llegó al poder en enero.
Aunque criticar al presidente por tomarse un descanso es un ritual clásico para la oposición de turno en Estados Unidos, lo que ha recibido en este caso Trump son acusaciones de hipocresía, por implicarse en una práctica que desdeñó durante años.
“No hay que tomarse vacaciones. ¿Para qué? Si no disfrutas de tu trabajo, estás en el empleo incorrecto”, escribió el ahora mandatario en su libro de 2004 “Trump: Piensa como un millonario”.
En una entrevista en julio de 2015, Trump dijo que, si ganaba las elecciones presidenciales, “casi nunca abandonaría la Casa Blanca, porque hay mucho trabajo por hacer”.
“No sería un presidente que se tomara vacaciones”, aseguró entonces; y tras ser elegido, en noviembre de 2016, prometió que no sería “muy aficionado” al tiempo de asueto.