Carpas instaladas junto a la morgue de la Universidad de Nairobi acogen a decenas de familiares de las víctimas del atentado terrorista de Garissa y se han convertido en centro de peregrinación para políticos, religiosos y organizaciones sociales. Las familias, sentadas, solo esperan a sus muertos.
Quedan al menos 30 cadáveres por identificar de los 142 que se recuperaron en la arrasada universidad de Garissa, donde varios asaltantes de la milicia yihadista somalí Al Shabab y asesinaron a 148 personas, el segundo peor atentado de la historia de este país.
En la morgue de Chiromo trabajan al ritmo que les impone la identificación dactilar y biométrica del Ministerio de Inmigración.
Las familias se acercan a la recepción, donde fotos de los estudiantes, tomadas por las fuerzas armadas cuando recuperaron el control de la universidad, cuelgan de las paredes.
El Gobierno ha donado 142 ataúdes y correrá con los gastos del transporte de los cuerpos de los estudiantes hasta sus ciudades de origen, repartidas por toda Kenia. También pagará una compensación a las familias.