“Este es un símbolo, es un signo; lavar vuestros pies significa que estoy a vuestro servicio”, dijo el Papa Francisco a los adolescentes internos de la Prisión para Jóvenes Casa de Marmo en Roma.
Este año, Francisco decidió romper los estereotipos y oficiar la segunda Eucaristía en una cárcel, tal y como lo hacía cada Semana Santa, antes de ser Papa, donde lavó los pies a doce presos jóvenes de diversas nacionalidades y religiones, entre ellos, musulmanes, siguiendo el ejemplo de lo que hizo Jesucristo en la última cena con sus discípulos.
“Ayudaos los unos a los otros. Esto es lo que Jesús nos enseña. Esto es lo que hago. Y lo hago de corazón. Lo hago de corazón porque es mi deber; como sacerdote y obispo debo estar a vuestro servicio”, dijo Francisco a los jóvenes que atentos escucharon su mensaje.
Al concluir la misa, Francisco regaló un huevo de Pascua a cada uno de los presos y les dijo: “No perdáis la esperanza. ¿Comprendéis? Con esperanza siempre podréis ir adelante”.
Previo a la celebración en la prisión, el Papa Francisco llamó a la Iglesia Católica a salir a las zonas periféricas donde domina el sufrimiento y el derramamiento de sangre.
“Quien no se abre a sí mismo, en lugar de ser un mediador, se convertirá en un intermediario, un administrador”, dijo.
“No es en la propia experiencia o en la introspección reiterada en la que se encuentra al Señor”, sino que más bien los sacerdotes deben acudir donde otros esperan el Evangelio, dijo.