Este miércoles, durante el sermón de su última liturgia pública correspondiente al Miércoles de Ceniza, el Papa Benedicto XVI lanzó un llamado a la Curia Romana.
Ahí, dijo que era tiempo “de reflexionar” sobre cómo “el rostro de la Iglesia es a veces desfigurado por ataques contra la unidad y divisiones del cuerpo eclesial”.
El anciano pontífice indicó que era necesario “superar individualismos y rivalidades”, lo que sería “una señal humilde y preciosa para aquellos que están alejados de Dios”.
Ahí, delante de la muchedumbre mencionó que el verdadero discípulo no sirve a sí mismo o al público sino al Señor. “Nuestro testimonio será más incisivo cuando menos busquemos nuestra gloria”.
“En nuestros días muchos están dispuestos a destrozar sus ropas frente a los escándalos y las injusticias, naturalmente cometidos por los demás, pero pocos parecen disponibles a actuar sobre el corazón de su propia conciencia y sus propias intenciones, dejando que el Señor transforme, renueve y convierta”, señaló Benedicto XVI.
Y es que según señalan autoridades eclesiásticas, el próximo 27 de febrero, en la plaza de San Pedro, Benedicto XVI presidirá su última audiencia general ante la feligresía católica, mientras que el jueves 28, a las cinco de la tarde, Joseph Ratzinger abordará el helicóptero que lo llevará a la residencia estiva pontificia de Castelgandolfo.
Pasadas tres horas, el cardenal Bertone, entrará en los aposentos papales, romperá con un martillo el anillo del pescador que el Papa lleva en su dedo anular derecho, y el sello pontificio.
Los espacios en los que vivió el pontífice serán sellados en espera del nombramiento de un nuevo Papa.